The California Partnership

 

Press & Media

No, no se puede

Josefina Vidal
from La Opinión

05 de diciembre de 2003

No se puede terminar con las inscripciones de Familias Saludables, con los aumentos del costo de vida de la Asistencia Pública, con los programas para discapacitados de prolongación de los cupones de comida, con beneficios de Medi-Cal, de la misma manera que no se puede terminar con programas de tutores ni de captación de minorías en las secundarias. Y no se puede terminar con la asignación de los fondos necesarios para los medicamentos contra el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida) para los afectados con el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) que no los puedan costear. Sin ellos morirían como siguen muriendo en Uganda o en Sudáfrica.

No se puede terminar con todos estos servicios para la población de California, por muy partidario del exterminio que sea nuestro gobernador.

Por más que durante su campaña prometiese “acción, acción, acción”, ni los más pesimistas podían suponer que la acción se aprestaría a eliminar tan fulminantemente servicios de los que muchas familias y niños dependen para sobrevivir. Activistas comunitarios me aseguran que les habían tranquilizado las repetidas declaraciones de Schwarzenegger sobre su “amor a los niños”.
En justicia, hay que decir que él nunca dijo a qué tipo de niños se refería, si a sus propios niños, a los amiguitos de estos, a los niños de sus vecinos, ahí no hubo ninguna especificación. También aseguró que sería el “gobernador del pueblo”, aunque otra vez, reconozcamos que nunca precisó.

Ahora que ya se empiezan a conocer los detalles, se advierte que el sector más económicamente desfavorecido de ese pueblo, podría no ser precisamente el tipo de gente a la que el nuevo gobernador se propone servir. Toda la cascada de recortes anunciada desde que él puso un pie en Sacramento, se dirige a esa población.
Con el recorte de beneficios para el programa de bienestar social, o CalWorks, se calcula que más de cien familias, con alrededor medio millón de niños, perderían 60 dólares al mes, además de los cupones de comida, que ahora pueden seguir recibiendo durante la transición del desempleo a la reincorporación laboral.

“Da la sensación que está lanzando una cosa sobre otra sin pensar las consecuencias que pueda tener”, me dice Alicia Lete, miembro de una coalición con más de 60 organizaciones listas para protestar por las propuestas del gobernador.

¿Cómo se entiende que después de haber repetido una y otra vez lo mucho que le gustaba el seguro médico infantil, ahora lo quiera mutilar? Ese seguro económico para hijos de trabajadores sin recursos, que en California se conoce como Familias Saludables, es un beneficio pagado en su mayor parte por el gobierno federal (por cada dólar empleado, Washington aporta 65 centavos y el estado 35). California perdería esos fondos pero además, perdería los que tendría que añadir para dar servicio médico de urgencia a los niños que quedarían sin asegurar. Se calcula que la cifra para 2004 sería de 100 mil, si se cumple la amenaza de cerrar la inscripción.

El próximo miércoles el actor convertido en mandatario tratará de convencer a los legisladores demócratas —la mayoría— sobre la necesidad de eliminar buena parte de los servicios sociales que ahora están en vigor. Si no lo consigue, podría amenazarles con llevar el tema a referéndum. Después del éxito que obtuvo por ese procedimiento para que se apresurasen a retirar la SB60, ¿duda alguien que volverá a usarlo en cualquier ocasión?

 
     
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